Dios es fiel a sus promesas
Si te sientes
atormentado por las dudas, ¿me permite sugerirle algo? Empiece a leer las
palabras de Jesús y a tomárselas en serio.
Veo a creyentes luchando,
intentando aparentemente actuar por fe, pero durante todo el tiempo están
saboteando sus esfuerzos, al negarse en redondo a creer que Dios es lo que dice
ser.
A mi me sorprende la facilidad con
que nos creemos las mentiras de Satanás acerca de Dios. No creemos que él sea
lo que dice ser, sino que creemos, esencialmente, que Dios es totalmente
desleal, que no va a hacer lo que ha dicho que hará. Cuando hablo con la gente
y me cuentan sus problemas, intento aconsejarles. Normalmente me dicen que ya
lo han intentado, de modo que les sugiero otra cosa y también lo han intentado,
así que finalmente, aunque esto no lo dicen nunca, la única respuesta que queda
es llegar a la conclusión de que Dios es un fracaso, y que no cumple lo dicho.
Ellos han hecho todo cuanto se les
exigía, pero Dios no ha actuado. El es caprichoso y hace acepción de personas,
parece estar dispuesto a hacer cosas por los demás, pero no por ellos. Cuando
nos creemos esa clase de mentira estamos saboteando cada uno de los esfuerzos
que está realizando Dios por hacer que obtengamos la victoria.
Dios es fiel. ¿Cuántas veces nos lo
dice la Escritura?
"Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión de su
Hijo Jesucristo, nuestro Señor. (1ª Cor. 1:9). Toda la obra de Jesús, el
Mesías, tiene como propósito mostrarnos la fidelidad de Dios. El no estaba ansioso,
ni estaba preocupado, ni molesto por las nubes de opresión y persecución que se
posaron pesadamente sobre él, cuando la resistencia a su mensaje se hizo
patente por doquier, y cuando empezaron a aparecer las amenazas de muerte. No
le preocupaba porque descansaba en el nombre fiel de Dios.
¿Ha descubierto usted eso ya? Queda
todavía una tercera cosa que Jesús dice que caracterizaba su vida.
"Porque les he dado
las palabras que me diste, y ellos las recibieron, y conocieron verdaderamente
que provengo de ti, y creyeron que tú me enviaste. (Juan 17:8)
Juan pudo escribir: "En
el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios. (Juan
1:1). ¿Cómo aprendió eso Juan? ¿Fueron los milagros de Jesús lo que le
convencieron? No, sus milagros nunca convencieron a nadie acerca de su deidad,
pero sí les convencieron de su mesianidad, y ese era su propósito.
¿Fue acaso el poder que ejercitaba
sobre los hombres? No, porque ha habido hombres malvados que han ejercitado un
tremendo poder sobre las mentes y los corazones de los hombres, así que no era
eso.
¿Qué fue? ¡Sus palabras! Las
palabras de Jesús examinaban los corazones de ellos y les abrió los ojos,
disipando sus dudas, haciendo que sus vidas fuesen como un gran fuego
consumidor. Ellos sabían que cuando se tomaban estas palabras en serio, les
sucedían cosas que solo Dios podía hacer. A lo largo del curso de tres años y
medio, al escuchar aquellas palabras apremiantes y magnéticas, brotó
gradualmente en los corazones de aquellos hombres la fe de que había Uno que
procedía de Dios. "Ellos las recibieron, y conocieron verdaderamente que
provengo de ti, y creyeron que tú me enviaste”. Dijo Jesús.
Estas palabras siguen teniendo la misma autoridad en la
actualidad.
¿Está usted atormentado por las
dudas de su fe como creyente? No sería de sorprender que muchos de ustedes se
sintiesen preocupados por las dudas en estos tiempos, cuando no existe mayor
ataque en contra del fundamento de la fe. Si se siente usted atormentado por
las dudas, ¿me permite sugerirle algo? Empiece a leer las palabras de Jesús y a
tomárselas en serio. No se limite sencillamente a leerlas, acéptelas como una
revelación de su verdad básica y real y tómeselas en serio. No tendrá que leer
mucho antes de haber descubierto y visto con toda claridad la vida y la
experiencia, de modo que no podrá usted evitar creer que estas palabras son,
verdaderamente, palabras de Dios. Nada convence más que la incomparable Palabra
de Dios.
Le pedimos a Dios nos impida, como
creyentes, fijarnos en las cosas superficiales de la vida, a la sombra de la
misma, durante mas tiempo y nos induzca a apropiarnos de la vida poderosa,
transformadora y dinámica, que el propio Jesús vivió.